En el texto curatorial de Mariana Rodríguez Iglesias, curadora de la exposición, expresa:
“Siguiendo con la lógica de hacer visible un tiempo aletargado a través de la tarea artística, nos acercamos a la obra La floresta de María Emilia Marroquín. Esta pieza es tanto una expansión disciplinar del dibujo y la escultura como un paisaje emotivo en el que la reflexión y la acción se dieron en simultáneo a la invención de un lenguaje. Cuando las palabras no alcanzan para nombrar lo que vivimos, porque nos supera, porque es demasiado abrumador, porque da miedo, el lenguaje verbal se revela como lo que verdaderamente es: una herramienta, solo una entre otras; una convención de uso, a todas luces, deficiente. La artista fue haciendo, fue resolviendo la angustia de la incertidumbre en la tarea y así, procesando con un idioma propio. Recurrió para esto a su cuerpo pero también a la modulación de una línea de alambre o frotar la carbonilla rabiosamente contra la pared, a atrapar elementos orgánicos en el espacio, a construir una bruma, un clima ominoso, una tormenta entre lo artificial y lo natural. Y mientras el mundo aprendía a convivir con la gripe o se paralizaba por completo, los noticieros que María Emilia veía mostraban las quemas y la destrucción de zonas verdes del país. Este hecho doloroso también ingresó al conjunto de acontecimientos que eligió procesar con su obra en un intento de sumar una capa más de entendimiento –poético– acerca de la compleja relación entre la naturaleza y la cultura.”

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